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Por Adrián Blanco - Socio
Noviembre 2022

El desafió de liderar a distancia

La pandemia trajo, entre otras novedades, el casi inédito desafío de liderar a distancia. Y fue de golpe, sin ningún tipo de aviso previo y recibido como un escenario de urgencia en el cual durante un supuesto breve lapso todos trabajaríamos desde nuestros hogares a raíz del distanciamiento social impuesto en marzo de 2020. Así fue como durante la cuarentena y con el plan de trabajar a distancia, comenzamos también a liderar virtualmente. Y lo que creímos era una modalidad laboral que duraría solamente algunas pocas semanas derivó en una nueva normalidad donde la regla es el trabajo remoto durante, en promedio, entre el 50 y el 60% de nuestras horas laborables.

A pesar de que en aquellas primeras semanas no pocos intuían que el esquema de trabajo presencial había quedado atrás para siempre y venía a ser reemplazado por un esquema híbrido apoyado en que durante la pandemia el trabajo a distancia había demostrado ser exitoso acelerando el proceso ya existente de “Home Office”, recién después de meses trabajando de manera remota algunos líderes comenzaron a cuestionarla, al extremo de que algunas empresas comenzaron a exigir presencialidad casi total. La situación incómoda que muchos jefes se planteaban en voz baja podríamos traducirla en la frase “No sé bien qué hace mi gente durante todo el día si trabaja desde la casa”, lo que en el fondo ocultaba algo obvio: sensación de falta de control, lo que desenmascaró estilos gerenciales perimidos hace más de sesenta años.

Ahora bien: si como líderes nos genera cierto resquemor no contar con nuestro equipo de manera presencial, tal vez sea el momento de reflexionar acerca de si existen nuevas competencias a ser desarrolladas derivadas de la falta de presencialidad, o si el ejercicio consiste en repasar algunas de las tradicionales características del liderazgo, evaluando en cuáles de ellas poner mayor foco para ajustarlas respecto de cómo veníamos trabajando, y adaptarlas a nuestras nuevas exigencias.

La buena noticia es que, en principio, no han emergido nuevas competencias de liderazgo producto de la falta de presencialidad. Entonces, el ejercicio pasa por tomar algunas de las principales características históricas del liderazgo, deteniéndonos en cuales de ellas debemos prestar mayor atención para el mencionado ajuste a las nuevas necesidades de los líderes. Si bien los autores difieren en la cantidad, tomaremos nueve indiscutibles competencias de liderazgo que evaluaremos brevemente para tomar nota respecto de si son candidatas a efectuar algún tipo de ajuste en nuestro comportamiento.


1- Proactividad: A los líderes se les pide que nuevas ideas para ser siempre un motor de cambio. No parece que liderar a distancia fuera una limitante.

2- Concentrarse en las personas: Aquí aparece la primer pregunta: ¿qué debiéramos ajustar de nuestro estilo o de nuestras competencias para ser efectivos en un liderazgo a distancia que nos permita concentrarnos en la gente? ¿Cómo concentrarnos en nuestra gente dentro de un esquema de poca presencialidad?

3- Comunicación: pareciera que esta competencia también encierra un desafío para hacerlo a distancia. ¿Qué deberíamos modificar para que nuestra comunicación continúe siendo eficiente? ¿Qué nos está faltando en nuestro estilo de comunicación para hacerla más efectiva en esta nueva normalidad?

4- Motivación: Tal vez sea éste el mayor desafío que impone liderar a distancia. ¿Cómo motivar a distancia y a generaciones que manejan otro tipo de emociones y razones? ¿Sabemos cuáles son esas motivaciones? Seguramente sea ésta la competencia que más preguntas sobre nuestro estilo nos genere.

5- Adaptación al cambio: Engloba todo de lo que estamos hablando

6- Cercanía: Otra de las competencias a trabajar: ¿Cómo estar cerca de nuestro equipo en el nuevo esquema híbrido? ¿Qué deberíamos incluir o modificar en nuestro estilo gerencial para sentirnos mas cercanos?

7- Empatía: Otro interesante y fuerte desafío. ¿Cómo mostrarnos cercanos a los sentimientos de un colaborador trabajando con poca presencia física? ¿Cómo saber si llegamos realmente a tener en cuenta esos temas casi personales de nuestros colaboradores, tan relacionados con la empatía?

8- Confianza: Competencia clave para saber delegar, no parece estar impactada por la distancia

9- Honestidad: Un lider debe ser honesto ya sea en esquemas presenciales, híbridos, o a distancia

Como vemos, las competencias de liderazgo son las mismas sólo que las resaltadas en negrita, un poco más de la mitad de ellas, requieren de nuestro foco, reflexión, y ajuste. Tal vez sea el momento de hacer un paréntesis en nuestro día a día para pensar y así continuar con ese desafío permanente que consiste en prepararnos de manera constante para ser cada día mejores líderes.

Adrián Blanco


Socio

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